martes, 23 de febrero de 2010

Langkawi

21-2-10

Música chill-out, playas de arena blanca, restaurantes de todo tipo de comida oriental y dutti-frees. Resumiendo mucho, eso es lo que cualquiera que vaya a Langkawi va a encontrar. Es una isla que, en muchas zonas, no se diferencia mucho de cualquier otra isla turística como Bali en Indonesia o Phi-Phi en Thailandia. Todo preparado para uso y disfrute del turista masivo.

Está situada en el nor-oeste de Malasia, a una hora de barco de la tierra firme, y muy cerca de otras islas de Thailandia. De hecho, se organizan muchas “escapadas” a Phi-Phi, Puket y demás. La capital es Kuah, cerca del muelle, pero nosotros nos movimos básicamente por “Pantai Cenang”, la playa del oeste, cerca del aeropuerto. Es donde están la mayoría de guesthouses económicas y la mayor playa, con sus correspondientes garitos y restaurantes adosados.

Aquí un mapita para que os situéis:



Fueron seis días con sus cinco noches cojonudas. Nos acompañó el buen tiempo siempre y tuvimos tiempo para todo, desde pasar días enteros sin salir de la playa bebiendo zumos de frutas, pasando por largas siestas en la tumbona, alquilar una moto y recorrer parte de la isla (la zona oeste solamente), hacer un mini-tour turístico, jugar a los bolos y, por supuesto, pillarnos una medio cogorza con la cerveza barata a 1 RM (0,21 ctm de euro).

En un principio Chris y yo habíamos pensado que quizás después de unos días podíamos cruzar la frontera para entrar en Thailandia, o bajar a Georgetown, pero luego pensamos que básicamente sería más de lo mismo, playas y tal, y para eso nos quedábamos donde estábamos, que se estaba muy a gusto.

Pasamos dos días en Kuala Lumpur, porque siendo el fin de año chino, no hubo manera de conseguir un billete de tren o de bus antes. El viaje fue sin incidentes, y cuando llegamos a Kuala Perlis, pillamos el barco a Langkawi con unas ganas locas de tirarnos a la playa.

Y casi hacemos eso literalmente, porque cuando llegamos, ya de noche, pillamos taxi a Pantai Cenang (la tarifa es fija de 24RM), pasamos un par de horas buscando algún guesthouse con habitación libre, pero no, estaban todos llenos. Y mira que hay camas allí, al menos preguntamos en 20 hostales, guesthouses, moteles y hoteles...todos llenos. Nos veíamos pasando la noche en la playa. Al final, hubo suerte y encontramos una habitación en un hotel. Por supuesto, el precio infladísimo a 100RM (casi 20€!!!). Eso sí, de lujo, con su aire acondicionado, tele, nevera, agua caliente y sábanas limpias.

Por la mañana buscamos de nuevo, y encontramos habitación en el “Rainbow Lodge”, en una habitación recién construída y nuevecita, muy amplia, limpia y tranquila, por 50RM la noche. Allí estuvimos 2 días, pero debido a un problemilla con el wáter decidimos cambiarnos a otro guesthouse, esta vez al “The Palms”, un poco más arriba, por 65RM, que a Chris le molaba más, y la diferencia de sólo 3€ estaba bien justificada con un ADSL en la misma habitación y una nevera para meter las birras, refrescos y chocolates que compramos.

Toda la zona de Pantai Cenang está preparada para el turismo. Tiene una larguísima playa que llega más allá del aeropuerto, y a su vera se sitúan todo tipo de bares y restaurantes de ambiente muy agradable. En la calle paralela a la playa, dentro del casco, la oferta se amplía con más restaurantes, centros de masaje y de spa, tiendas de ropa, supermercados, etc... Lo bueno de esta isla es que está exenta de impuestos, y eso se nota sobre todo en el precio de los artículos importados y del alcohol, que el gobierno graba con unos aranceles brutales. De pagar 7RM por una lata en Kuala Lumpur, pasé a pagar 1,2RM. Lo mismo con el chocolate. En un supermercado grande que está al lado del parque acuático, parque al que no entramos, casi la mitad del mismo estaba ocupado por chocolates!! De todas las clases, sabores y formas. Torres de ellos. El paraíso de un goloso! Yo me compré un par de Bounty´s, que hacía años que no comía y me dio ganas, y Chris se lleva para Indonesia 9 tabletas de chocolate con almendras!!!

Como digo, todo Cenang está lleno de ofertas gastronómicas para todos los gustos: restaurantes de comida árabe, india (y aquí diferencian comida del norte de India de la del sur), thailandesa, india, occidental, etc... Pero lo que verdaderamente le hace a uno la boca agua son las barbacoas de marisco al “gusto”. Vas paseando y vas viendo las barbacoas y delante un puesto como de pescadería, lleno de pescado y marisco fresco que se vende al peso, pagando X RM por cada 100 gramos. Tú mismo escoges la pieza que puedes pesar en la pesa y calcular lo que te va a salir. Es más caro que cualquier otro tipo de comida, pero no demasiado. Chris y yo nos dimos un festín con un pez, que no recuerdo el nombre, pero que estaba de vicio, acompañado con arroz y un té al limón riquísimo. Que gustazo. Fueron 500 gramos de animal, que a 6RM cada 100 gramos hacen 30 RM, unos 6€. Barato, no? También había langostas, cangrejos, etc...

Aquí las fotos del pez antes y después:





En la playa de Cenang, que aunque había gente no estaba abarrotada como para hacerlo incómodo, hay toda clase de posibilidades para practicar algún deporte acuático. Desde la típica banana acuática, a alquilar motos de agua, o subirte a un paracaídas que, empujado por una lancha motora, te eleva por los aires. Yo no practiqué nada. Prefiero “bañarme por dentro” con un buen cócktel en la tumbona :D Me parece una chorrada pagar 12€ por 5 minutos de vuelo. Es como cuando eras chico y te empujaban en los columpios del parque. Además, como venga una ráfaga de aire cuando vas a aterrizar, te puedes meter una buena leche. Más de un aterrizaje forzoso vi mientras me descojonaba en la toalla.

Esta es la playa de Cenang, se pueden ver los paracaídas al fondo de la gente. Ni que decir tiene que las puestas de sol eran espectaculares.






Nosotros nos movimos sobre todo por la playa más al norte, donde hay un complejo hotelero muy pijo. La descubrimos el primer día y volvimos casi siempre allí. Es una playa muchísimo más tranquila, donde además nos hicimos dueños de una sombrilla-árbol que estaba extrañamente plantada en medio de la nada. Siempre estaba esperándonos para nosotros.




Uno de los días contratamos por 30 RM (6€) cada uno, una excursión por las islas cercanas. Es barato y está bien porque visitas varios sitios y estás entretenido toda la mañana, desde las 9 a las 2 de la tarde. Nos acercamos al lugar donde lo contratamos a la hora y nos estaba esperando una furgoneta que, tras recoger a más gente, nos llevó a una playa donde nos esperaban una hilera de barcas.



La primera parada era “The lake of the Pregnant Mother”, en una isla cercana, donde según dice la tradición, si una mujer bebe un poco de su agua aumentará su fertilidad para tener hijos. Nos montamos en la barca un total de 13 pasajeros más el “capitán”, y tras ponernos los chalecos salvavidas empezamos a dar botes por el agua. Yo creo que el mar estaba bastante tranquilo, pero aún así aquello daba unos botes de vez en cuando que acojonaban y de paso te empapaban de agua. Las chicas por supuesto chillaban enloquecidas haciendo algo de teatro entre risas mientras los hombres dábamos muestras de gallardía y las abrazábamos dándoles seguridad. A los 20 minutos llegamos sin más problemas que algún mareado y nos acercamos al lago, a 10 minutos caminando. Por el camino, monos.









En el lago, lo suyo es alquilar una barquita para acercarte al centro y poder tener una visión completa del relieve en la montaña de “la mujer preñada”, que se dibuja contra el cielo. Había dos tipos de barcas: a pedales y a energía solar. Cómo no, escogimos la de pedales que era más barata...y maldito el momento!! Los primeros 10 minutos bien, pero cuando llegamos al centro del lago empezó a soplar el viento en contra nuestra, que nos empujaba contra las paredes de roca, y tuvimos que estar pedaleando todo el rato. Aunque valió la pena. En el centro del lago tienes unas vistas espectaculares de las montañas que rodean la caldera. Con sudores regresamos al puertecito y me di un baño en sus frescas aguas.




También tienen una mini-piscina donde puedes meter los pies para que los peces te mordisqueen y te coman la piel muerta. Pero esos peces eran enormes, mucho más grandes de los que yo disfruté en Indonesia, y pasamos del tema. Volvimos al muelle donde esperamos media hora a que nuestro “capitán” nos recogiera y nos fuimos a la siguiente parada: las águilas pescadoras.

En el camino el “capi” paró la lanza para que pudiéramos ver el relieve de la mujer tumbada embarazada. Si te fijas, se puede ver de derecha a izquierda la cabeza mirando hacia arriba, luego los pechos, la barriga hinchada y los pies.



El águila pescadora es el símbolo de la isla. Hay una enorme escultura de una de ellas en el muelle, que te recibe al llegar.



En una de las islas hay unos manglares que es la zona de caza de estos magníficos animales. Por supuesto, se han convertido en un gran reclamo turístico, y decenas de embarcaciones se acercan cada día para darles comida y ver cómo la recogen del agua como si estuvieran pescando... No me gusta esta práctica, pero reconozco que es impresionante ver cómo el águila se abalanza sobre la presa y la coge con sus garras para luego alzar el vuelo. Saqué un montón de fotos y vídeos, pero de muy mala calidad, así que pongo esta para que se vea de lo que hablo.



Luego fuimos a otra de las islas, que se supone privada. La playa, espectacular. Allí nos tumbamos una hora a tomar el sol y bañarnos hasta que se hizo la hora de volver a Cenang. Por el camino, pequeñas islas en el mar como perlas salvajes.






Otro día alquilamos por 30RM (6€) una moto de 125cc automática por 24h, dejando 100RM de depósito por si nos la pegábamos. Fuimos al nor-oeste, a un pueblo temático oriental, donde además hay un teleférico que te lleva a una cima desde donde se puede contemplar casi toda la isla. Hacía un día genial, y la vista habría sido estupenda, pero por lo visto allí arriba hacía viento, y tenían cerrado el cable. Una pena. Nos dimos un paseo por el pueblo chino, y nos metimos en una granja de animales donde podías dar de comer a unos ciervos (no eran ciervos creo, pero de la familia). Yo pasé de pagar 2RM por comida de ciervo y les di chocolate. Pareció gustarles mucho, y los cabrones casi me comen los dedos, que se metían en la boca para chupetear. Muy graciosos.






Como el cable no se ponía en marcha, cogimos la moto y tiramos para unas cascadas cercanas. Hay que subir un buen rato, como media hora, 300 y pico escaleras, y si lo llego a saber me llevo el bañador, porque arriba el agua ha ido erosionando la roca y ha formado toboganes naturales por los que los críos, y los no tan críos, se lanzaban. Las vistas desde allí también eran muy bonitas. Un nivel por debajo, está la cascada. Aunque tiene una altura considerable, yo diría que unos 50 metros, el poco caudal de agua no le daba mucho glamour a la cosa, y no nos impresionó demasiado.





Por la tarde nos fuimos a la ciudad a jugar a los bolos. Nos echamos unas risas y yo conseguí 3 strikes! Que estilazo tengo!!



Poco más que contar. Bebimos muchos cocos y zumos naturales de toda clase de frutas, comimos pescado fresco, comidas orientales y pizza, tomamos mucho el sol, dormimos siestas y disfrutamos mucho juntos. Mucho buen rollo y buen feeling. ¿Volveremos a vernos? Maybe? Perhaps?




Pero todo lo bueno tiene un final, y Chris ya ha vuelto a Jakarta. Yo, para no pensar demasiado, estoy en un tren nocturno destino Thailandia.

Hasta prontoooooooo

3 comentarios:

  1. Hei, agus. You look healthier now. :) good luck with your journey in Malaysia.

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  2. joder hermano, que playitas mas guapas, si estuviera yo hay, cojeria un fusil y me fliparia un poco con la pesca,, asi ya tendria la cena.¿¿porque cris se ha marchado? yo ya me la imaginaba aqui en la famili. bueno un abrazo sige disfrutando y cuidate mucho.

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  3. Hola Agustín,me ha encantado la sombrilla que os esperaba,me parece tan increible todo lo que estas viviendo. Siento haber estado desconectada de tu blog.Ya tengo ganas de ver la postal.
    besos!!!!

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