sábado, 17 de abril de 2010

Los videos

He intentado varias veces redactar una especie de "post final" con profundos razonamientos, miradas retrospectivas con alegatos trascendentales sobre la libertad, la felicidad y el sentido de la vida.

Me era imposible resumir en unos párrafos lo que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Todo lo que escribía me parecía extremadamente superficial y vacío.

Gracias a dios mi buena amiga Cris ha acudido a mi rescate. Lo ha resumido todo en un par de videos que me han conmovido.

Hay algunos fallos en las localizaciones de los lugares, pero la banda sonora es...pensada para mí :)

Espero que os gusten.





miércoles, 7 de abril de 2010

Se acabó

Tenía preparado un par de post más, de mis días en Don Det, la isla del Meckong bajo de Laos. Pero ahora mismo todo eso me parece muy lejano y absurdo.

Estoy en casa, en España. El viaje acabó. El día 2 recibí la noticia del fallecimiento de mi padre.

Gracias a todos/as los que caminasteis un poquito conmigo y me disteis ganas para seguir relatando mis experiencias. Espero que le sirvan a alguien.

Un saludo,
Agustín

domingo, 28 de marzo de 2010

Vientiane

Don Det, domingo 28 marzo 2010

Pasé más días de los que tenía pensado en Vientiane, pero es que esa es una de las cosas buenas de estar de viaje a tu aire: puedes cambiar de planes sobre la marcha :) Sencillamente los días van pasando, y de repente miras el calendario y te encuentras con que no sabes ni en qué día de la semana ni del mes estás. Me encanta :D

Vientiane, como capital de país, no pasa ni por capital de provincia en España. Es pequeña, sin mucho tráfico, sin polución, sin grandes edificios, sin prisas y sin agobios. Quizás por eso no tenía prisa en irme. Fueron 6 días, y creo que hasta la fecha ha sido el lugar, quitando Yakarta donde tenía una buena razón para hacer un stop, donde más tiempo he estado parado.

El bus desde Van Vieng te deja en la estación, y allí te esperan tuk-tuks y mini bus que van al centro. Yo pillé, junto con otros giris, un mini bus que por 5000 kips nos dejó en una calle céntrica con varias opciones de alojamiento cercanas. Son todas bastante caras según estuve viendo, y la más barata, de 35000 kips tenía una pinta horrible, así que aflojé pasta para pillar por 70000 kips una habitación espaciosa, con tv, terraza y calma. Sin quejas del lugar, pero he olvidado el nombre. Sólo sé que está en un lateral del Museo Nacional, en una calle que da al estadio.

Esa misma tarde me di un primer paseo, pero no fui muy lejos y sólo vi el “Lao National Culture Hall”, que usan como sala de exposiciones y eventos oficiales. El segundo día pude presenciar la entrega de premios de la 3º edición de literatura del Mekong. No deben de leer mucho los laosianos, porque no había más de 10 mesas, unos 60 invitados.



También vi el “That Dam”, una de las más antiguas estupas en Laos y que una vez estuvo cubierta de oro. Oro que luego robaron los siameses durante una de sus incursiones en 1828. También dicen los locales que es la corona del dragón que protegió la ciudad durante dicha incursión...Raro que no protegiera su propio oro, con lo tiquismiquis que son los dragones con sus tesoros. En cualquier caso, es muy similar a otras tantas estupas que he visto en Thailandia.



Al día siguiente me levanté temprano. Aunque quisiera aquí no se puede dormir mucho más de las 9 de la mañana. El calor es insoportable aunque tengas el ventilador a tope. Aún con aire acondicionado en marcha, hay algo en el ambiente que te hace levantar, y no es la vida de fuera que está en marcha desde las 6 de la mañana. Es la latitud creo yo, tu cuerpo se despierta antes que tu y se niega a seguir durmiendo.

Caminando me acerqué al mercado. Decenas de puestos de música y pelis piratas por todos lados. Es el mercado, vale, pero aquí en Laos también observé que tiendas comerciales “pijas” como los “7eleven” (aunque aquí tienen otro nombre) también venden copias ilegales. Es como si viéramos en El Corte inglés piratería. En parte lo entiendo, porque aunque quiera esta gente no puede piratear, pocos tienen acceso a internet. Sólo les queda el mercadillo. En fin, para muestra, un botón.



Luego paseo por el mercado. Estaba buscando unas sandalias, que las que compré en Indonesia ya estaban pidiendo el retiro y se me habían roto por varios lados. Compré unas que me vienen perfectas con cierre centralizado alante y atrás, velcro, perfecto para caminar por cuestas e incluso hacer trekking si te lo propones. Y es que unas sandalias de las de playa no valen cuando vas cargado con mochila y empiezas a sudar, especialmente yo. Al rato me era más fácil ir descalzo que subido en unas sandalias anti-adherentes sudadas. La china me pedía 300000 kips la loca. Tras reírnos un rato juntos le bajé el precio a 100000 kips. Unos 10 euros. Seguía siendo caro, pero la verdad es que me venían de puta madre. Los pagué y pude ver con el rabillo del ojo como se iba tan contenta a darle el dinero a su jefe con una mueca de complicidad en plan “mira lo que he sacado por esas zapatillas”. Aquí es inevitable sentirte estafado la mayoría de las veces, pero bueno, como las zapatillas me vienen de perlas, los dos tan contentos.

El mercado, muy chulo para el que le guste eso: zona de telas, de zapatos, de móviles, de lavadoras, de comida, etc... Para mi, un agobio. Me di un paseo, saqué unas fotos y pa fuera. Ese mismo día estuve charlando con una canadiense que encontraba fascinante el tema del mercado en el sudeste asiático, el regateo, las 50 tiendas vendiendo lo mismo, el mirar las cosas 50 veces, el sentirte una estrella de cine cuando te vienen 10 tipos a venderte algo, etc... Mujeres.



Luego, caminando bajo un sol abrasador que me obligó a abrir el paraguas para protegerme, me acerqué al, muy generosamente llamado, “Arco del Triunfo”, similar al francés. Ya mehe dejado la barba otra vez...



Luego 20 minutos más de caminata hasta la zona más monumental, pasando las embajadas de Indonesia, Vietnam y Thailandia, donde está el monumento al soldado caído desconocido, el “National Assembly” y el monumeto nacional más importante, el “Pah That Luang”.




Este monumento, el “Pah That Luang” es la vez un símbolo de la soberanía nacional y del budismo. La leyenda dice que unos misioneros Ashokan de la India erigieron una stupa relicario para albergar un hueso de Buda en su interior 3 siglos AC. La verdad es que es bonito, pero no demasiado impresionante. Supongo que para un creyente su valor es más místico que el valor que le pueda dar un occidental que ha pasado por el Borobudur, Prambaran o Bangkok.




El nivel del Mekong está bastante bajo, y ahora están aprovechando para construir lo que parece que será una especie de paseo marítimo. Enormes excavadoras, camiones y polvo es lo que hay en lo que debería ser una bonita vista. Es jodido para el negocio de los que antes tenían sus puestos ahí. Primero se los derribaron, y ahora el polvo que levantan las obras espantan a los clientes que se acercan a tomar una beer-lao a sus improvisados puestos. Yo recorrí todo el paseo en un par de kilómetros y me tomé la birra en un bar de altura para ver algo.



El tercer día cambié de guesthouse a una llamada “Wonderland 2”. Más limpia y mejor situada, por el mismo precio. De camino visité el Museo Nacional. La entrada son 5000 kips y dentro se pueden observar esbozos de la historia de Laos, desde los primeros asentamientos prehistóricos hasta la actualidad, con un piso dedicado exclusivamente a la guerra de Indochina y a la publicidad anti-imperialista de los Estados Unidos. Cientos de fotos de “la guerra libertadora”, de lo que sus bombas causaron a la población, de mítines de políticos, etc...



Hacía un calor que rajaba las piedras, así que decidí hacer un break y pasar el día en la piscina. Por 32000 kips, unos 3 euros, tenía derecho a sauna, gimnasio y piscinita. Las birras aparte :D El sitio se llama “Sengdara” y cualquier tuk-tuk te puede llevar allí por 10000 kips.

Al día siguiente ya tenía pilas de nuevo, y visité un par de sitios más, y me saqué esta foto con un buda que me pareció punky. Y ya me he dejado la barba de nuevo.






Pasé la tarde en el “Xieng Khuan” o “Buddha Park”, y es un sitio muy curioso. Para llegar hay que ir a la estación de autobuses y pillar el número 14. En unos 40 minutos ves el cartel del parque (hay que pasar de los pesados que te asaltan en la estación que dicen que tardas 1 hora y media en llegar y que el bus sale dentro de 1 hora, es mentira, sale cada vez que se llena y eso es cada rato). Este parque lo usó un excéntrico venerable que combinó el budismo y el hinduísmo en su escultura, creando unas obras un ranto bizarras. Hay decenas de estatuas, cada cual más extraña y grotesca. Un lugar curioso que merece la pena visitar. También tiene un enorme buda tumbado que los locales van a venerar.




Por la noche, después de la cena en el río, decidí probar el masaje típico de Laos, y me acerqué a uno de los cientos de centros de la ciudad. El masaje tradicional de una hora me costó 40000 kips y, aunque no fue tan acojonante como el de aceite que me di en Thailandia, salí muy relajado. Su técnica consiste en puntos de presión sobre todo, en puntos clave, más que en el típico sobeteo de músculos.

Ese mismo día contraté mi viaje para las 4000 islas del mekong, en la provincia más septentrional del país, y a un salto de Camboya. Cuesta 225000 kips e incluye el viaje nocturno de 11 horas en un bus con camas, cena en el bus y luego transporte en mini bus y bote hasta la isla que elijas.

Así que el último día recogí mis cosas de la guesthouse y pasé la mañana jugando al billar y bebiendo beerlao. Por la tarde me acerqué al estadio a ver un partido. Era de chavales de unos 16 años y el partido estuvo muy emocionante. Cuando llegué iban 2 cero ganando los visitantes, pero con el ánimo de la grada, a la cual me sumé, le dimos la vuelta al partido y ganamos 3-2. En los estadios laosianos no se comen pipas ni palomitas ni esas guarradas. Se come fruta fresca y cacahuetes cocidos.



Ya por la noche me recogió el bus. Yo por si acaso me subí medio piripi, para coger sueño rápido que el viaje era muy largo, y menos mal que lo hice, porque me tocó compartir atril con un tipo local. Es muy desagradable dormir en la misma cama con un tío que no conoces de nada y que se levanta cada 2 horas a mear. Es repulsivo que su pierna llena de pelos te roce siquiera medio segundo ¡¡que asco dios!!



Pero bueno, dormí a pierna suelta la mayor parte del camino y al llegar, otro bus, y otro, y un bote, y aquí voy a pasar mis últimos días en Laos, tumbado en una hamaca en una isla y bañandome en el Mekong, por fuera y por dentro.

Nos vemos en Camboya!!

martes, 23 de marzo de 2010

Luang Prabang y Vang Vieng

Vientiae 24-3-10

Luang Prabang y Vang Vieng

Pasé unos días en Luang Prabang, capital de provincia y ciudad Patrimonio de la Humanidad. Me hubiera quedado más días, porque se está bien allí, pero pensé en que tengo que darme algo de prisa si quiero cruzar el país hasta el sur. De momento sólo he estado en el norte. Pero luego, siendo más realista y práctico, he pensado en que es imposible hacerlo todo en un mes. Me centraré en el centro-norte y dejaré el sur para otra ocasión. Además, viajar por aquí es una tortura con estas carreteras que tienen echas polvo, sobre todo en el norte que además es zona montañosa y está lleno de curvas. Lo ideal en Laos es viajar moviéndose en barco por los ríos, pero ahora es temporada seca y el nivel del agua está muy bajo y muchos tramos no los puedes hacer.

Luang Prabang es muy bonita, y uno de los mejores ejemplos de la era colonial francesa en este país. La zona antigua es preciosa con las casas coloridas muy bien cuidadas, terrazas en el margen del río y barcas cruzando de un lado al otro del Mekong. Se respira tranquilidad y el ritmo de la ciudad te invita a descansar en cada terraza con una Beer-Lao mientras los minutos pasan lentamente. Aunque eso sí, está muy orientada al turismo, con un mercado donde se venden toda clase de souvenirs y una calle atestada de restaurantes y cafeterías donde sólo se ven “farangs” (giris). Vale la pena pasar unos días aquí.





El primer día visité el mercado callejero. En la foto no se aprecia porque estaban preparándose, pero la calle se llena con 4 hileras de puestos y la gente debe caminar casi en fila india para poder cruzar la calle de principio a fin. Hay productos manufactarados de todas clases: ropa, plata, lámparas de bambú, bolsos, cerámicas, cuadros, etc... Yo me compré un tirachinas de madera cojonudo por menos de 1€. Quién sabe cuándo me puede hacer falta :D



El segundo día me cambié de guesthouse a otra un poco más barata, aunque en general hospedarse en Luang Prabang es el doble de caro que en los pueblos pequeños del norte. 70000 kips pagué por una habitación con baño privado. Pasé el día trabajando y por la noche me fui de juerga con una chica medio alemana medio india. Lo pasamos teta, pero mis resacas son mu malas y el día siguiente lo pasé mayormente tumbado leyendo y de relax. Fui a dar una vuelta a ver algunos monumentos, pero no me compliqué mucho y vi algunos desde lejos y por encima... Hay días que pasan muy despacio aquí.




El 4º día cogí el bus hacia Vang Vieng, que está de camino hacia la capital del país y es además un sitio muy muy turístico. Es como Mallorca, pero a lo laosiano, y en vez de playa hay río.

El viaje de 5 horas fue un calvario. No hay una recta de más de 50 metros salvo al final. Todo curvas y baches. Recomiendo al que venga por aquí, que siempre que viaje por carretera lo haga con el estómago vacío, porque los que sufren de mareos lo pasan muy mal. Me hospedé en una guesthouse china por 40000 kips, unos 4€ con baño, agua caliente y wifi. ChillaoHostel se llama el sitio y lo recomiendo porque es tranquilo y los dueños son agradables. Lo de tranquilo es algo que supongo porque está alejado del centro de y del barullo, pero a mi me tocó soportar 2 días de cantos gregorianos a lo monje budista con micrófonos, tambores, banda y toda la pesca. Estaban celebrando que unos jóvenes terminaban su servicio monacal. Es como la mili antes en España. Se supone que todo joven varón debe pasar al menos 1 año en un templo cultivando su alma, y tanto la entrada como la salida del mismo son momentos muy importantes en la vida del chaval que hay que celebrar. Pues se tiraron de juerga 2 días desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche con música, cantos y comilonas.



En el paseo posterior comprobé lo que dice la Lonley Planet de aquí, y es que hay unos 500 bares-restaurantes en las 4 calles del pueblo, y TODOS ponen “Friends”, la serie de tv, SIN PARAR las 24 horas del día, los 365 días del año. Todas excepto unos pocos que ponen “los simpsons” o “ Padre de Familia”. Para nosotros los turistas vale, porque mientras te comes el bocata te puedes reir un poco, pero la gente que trabaja ahí ¡joder! Van a acabar locos perdíos!!




Por la noche llegué a la zona de “marcha”, que son 3 bares-pubs al otro lado del puente de madera del río. Allí me tomé unas copas en un garito y el menú incluye setas mágicas, dulces de marihuana, té de opio, canutos, etc... Para todos los gustos. También venden como churros “buckets” de whisky de Laos, que son unos cubos de 1 litro de capacidad por 1€ hasta las 12 de la noche, y por 4€ a partir de entonces. Me puse a charlar con un barman y le ofrecí mi portátil para que pusiera música, que lo que estaba pinchando no molaba nada, y el tipo me ofreció trabajo: comida, habitación gratis y un sueldecillo a cambio de ponerme detrás de la barra a pinchar y hablar con los clientes en inglés. Esa noche no, pero tomé nota para otro día.



El siguiente día alquilé una bici y fui a visitar las cuevas de la zona, principal atracción. Hay algunas espectaculares, e incluso me bañé dentro de una de ellas, en un pequeño lago interior. Es paisaje es muy bonito y con la bici puedes visitar muchos lugares, pagando 1€ por entrada. Lo malo es el coñazo que dan los niños para hacerte de guía. Aunque les digas que no, ellos van delante de ti, y te señalan el camino y tal. Durante el camino te preguntan unas 15 veces “money money”, lo cual no ayuda a crear un ambiente agradable. Y encima le das algo, y los espabilados piden más y más!!

Algunas de las cuevas son bastante grandes y se internan en la montaña, así que es importante llevar linterna y comprobar las pilas, porque si se te va la batería allí dentro lo puedes pasar mal. En algunas hay galerías y debes tomar caminos y tal, y luego recordarlo por dónde has venido para no perderte a la vuelta!! Es acojonante ver las estalactitas, murciélagos, las paredes cristalizadas de algunas partes que brillan como diamantes, etc... Bañarse dentro de una cueva, en un lago oscuro como el demonio acojona, pero yo recomiendo la experiencia.






El día grande fue el tercero. Había estado pensando en hacer o no hacer lo del “tubbing”, porque me parece una tomadura de pelo el precio: 55000 kips, más 60000 que tienes que dejar de depósito, más 20000 para alquilar una bolsa para meter tus cosas y que no se mojen... Pero bueno, es la principal atracción del pueblo y bajar 3 kilómetros por el río subido en un neumático de camión pensé que sería divertido. Y tanto!

El grupo mínimo es de 3 personas, así que hablé con una pareja joven de australianos y nos juntamos. Luego se subió más gente al tuk-tuk. Cuando llegamos arriba, ufff que guapo. Está lleno de bares construidos sobre madera en el margen del río, con música, chupitos gratis y jumping gratis! Bueno, no es jumping pero casi. Son unas construcciones que tienes que escalar, y arriba te lanzas agarrado a una liana, te balanceas un rato y luego te sueltas para caer al agua.

Lo pasé de hostias. Lo primero que hice fue tomarme un lingotazo y lanzarme en el jumping ese. Acojona un huevo, tanto escalar las escaleras de mierda que ponen sin barandilla ni nada, como lanzarte. El primero de los jumping es el más alto de todo el río y debe de estar a unos 15 metros del altura del agua. Me lancé sin pensarlo mucho, uno no puede dar muestras de estar acojonado en público aunque tenía el estómago en un puño, y uffff que guapo. Adrenalina pura! Caí bien de pie, pero me llevé una buena hostia en el culo. Hay que tener cuidado, conocí a un inglés que se hizo heridas en la cara y piernas por caer mal al agua. Después de mi se lanzó el australiano, y la chica se lo pensó más. Luego lo hizo en otro más fácil un poco más abajo del río después de estar como 5 minutos arriba. No podía controlar el miedo. Pero al final se lanzó :)

Esta es la australiana en pleno vuelo. Yo estaba en el agua retratando el momento a ver si se daba un piñazo.



Te partes el culo, porque mientras vas bajando por el río, la gente de los bares te lanza cuerdas para que te agarres a ellas y te arrastran al “muelle” para que subas a su bar a tomarte el chupito y a ver si pagas una cerveza o algo. Los chupitos son de lao-lao, y algunos tienen animales muertos dentro de la botella como serpientes, abejas gigantes, escorpiones y demás. Yo probé abejas, serpientes, madera china y el estándar. Beber de este bote no era gratis, una serpiente cobra y un escorpión, que decía el tío que si bebías de ahí se te ponía dura al instante jajaja que crack!



Ese es uno de los bares. Se ve a la peña subida en el neumático y bebiendo en el bar, y a la izquierda hay un japo lanzándose en la liana. Los locales se ponen en el borde de la construcción y te lanzan la cuerda como si estuvieran en el salvaje Oeste americano atrapando cabezas de ganado. Y todos te gritan “free shots” para que la oferta sea irrechazable. También suelen tener todo tipo de drogas por si te apetece. Un pedazo de pastel de chocolate con marihuana cuesta 5€, lo mismo que un canuto de opio o un zumo de setas.



Mientras vas bajando y parándote en los bares haces amigotes. Luego esa noche....uffff Les dije que iba a pinchar música en el bar del río y nos montamos allí una juerga graciosa. Nunca había pinchado y me daba palo, pero me lo pasé muy bien. Además, comida y bebida gratis. Ni que decir tiene, que le dí un toque latino a la noche y en Vang Vieng en la noche del 23 de marzo del 2010 se pudo escuchar a Estopa, Extremoduro, Macaco y hasta puse a “Los delincuentes” jajajaja Iba intercalando música española con Nirvana, Offspring, etc... y a la peña cuando está borracha le da igual lo que pongas, aunque vino mucha gente con peticiones. Después de aguantar eso, creo que nunca más voy a pedirle al dj de ningún garito una petición. El DJ es el amo y pone lo que le sale de los webs!!

Al día siguiente, hoy, bus de 3 horas a la capital del país, Vientiane. Estaré aquí unos días y luego pienso coger un bus nocturno con cama para ir directamente a las 4000 islas del Mekong, en el sur del país. Me queda poco tiempo de visado, y no tengo tiempo si quiero llegar a Camboya :)

Saludos!

viernes, 19 de marzo de 2010

Nong Khiaw y Muang Ngoi, en la ribera del Nam Ou

Nong Khiaw es un pueblecito que vive a la rivera del río Nam Ou, uno de los que alimentan el Mekong. Como muchos de los pueblos de la zona, el turismo ha transformado el modo de vida de los locales, y decenas de guesthouses y restaurantes esperan al visitante a lo largo de la carretera que cruza el pueblo, a ambos lados del río. Aún así, se respira un ambiente muuuuuuy tranquilo, en parte porque sólo tienen electricidad entre las 6 y las 10 de la noche.

Pasé 2 días en Nong Khiaw y 3 en Muang Ngoi Neua, y no sé cuál me ha gustado más. Que sitios tan encantadores! Pero claro, donde no hay electricidad no hay internet, por eso no he podido actualizar hasta ahora!

El minibus de Udomxai te deja en Pak Mong, y desde allí hay que buscar el modo de seguir por la carretera 1. Supongo que habrá servicio de bus, pero yo me puse a caminar y a hacer autostop. El primer coche que pasó me cogió y resultó ser el dueño de una guesthouse en Nong Khiaw! A los 20 minutos llegamos, y su guesthouse era como tantas otras: un bungalow sencillo con baño incluido y con vistas al río. 40000 kips sin agua caliente y 60000 con ella.

Tuve suerte de llegar sobre las 5 de la tarde, y el sol me regaló unas imágenes preciosas del pueblo. Está rodeado de montañas, y cruzado por un río. Así que disfruté de la puesta de sol con una beerlao fresquita mientras observaba a los pescadores llegar de la pesca y manejar sus barcas en el río con una maestría asombrosa. Los niños se tiran al agua con conchonetas tipo donuts, y no hay peligro porque la fuerza del agua es muy pequeña. A penas te arrastra la corriente.






En la cena de la noche me encontré a Marco, el irlandés que conocí en Luang Nam Tha. Y es que, al fin y al cabo, casi todos los turistas vamos a los mismos sitios.

Al día siguiente decidí ir a visitar una cueva que está como a una hora del pueblo. La usó la población durante la Segunda Guerra Indochina para ocultarse de las bombas americanas. Laos es el país del mundo más bombardeado. Los USA lanzaron aquí alrededor de 2 millones de toneladas de bombas. Lo curioso es que, oficialmente, esa guerra nunca existió.

Al ponerme a andar, unos niños vinieron a ofrecerse de guías a la salida del pueblo. Yo les decía que no hacía falta, pero aún así se me unieron unos cuantos. Los muy cabroncetes me indicaron un camino equivocado, para que les pagara por su “ayuda” e irse corriendo. Les di 2000 rupias para los 4... El camino que me indicaron no era el de la cueva, pero me llevó a un riachuelo donde pude ver cómo pescaban con un fusil casero: un sistema con un arpón de madera afilado y unas gomas elásticas para tensar. Muy rudimentario pero efectivo! Allí mismo tenían una pequeña hoguera y se comían los peces sobre la marcha. También allí una señora recogía unas hojas enormes, supongo que para cocinarlas.



Volví al camino y encontré la cueva. Se accede a través de unas empinadas escaleras y dentro aún se observan algunas cosas de la vida de esa gente en la cueva, como la habitación del gobernador. Está bien, pero tampoco impresiona demasiado. Desde lo alto de la cueva se tiene una buena vista de aldeas cercanas y campos de cultivo.




Un poco más allá, hay otra cueva, y ésta sí que me gustó, porque es la que usaban como banco, y tiene un sistema de galerías que se interna en lo profundo de la montaña al menos 50 metros. Menos mal que había alquilado una linterna de esas que se ponen en la cabeza como los mineros, y me metí hasta el final. Fue bastante claustrofóbico porque en algunas partes apenas tienes espacio para moverte y la humedad hace que sudes muchísimo, pero fue divertido.

Luego un paseo por los alrededores viendo campos sembrados y de vuelta al pueblo. La vida pasa despacio en Laos. Hay un dicho francés que dice: “Los vietnamitas plantan el arroz, los camboyanos lo ven crecer, y los laosianos lo escuchan crecer”. Eso resume bastante bien la filosofía de vida de los laosianos. Ellos se lamentan de la gente que “piensa” demasiado, y en general, cualquier tipo de esfuerzo que no incluya algo de diversión implica estrés. La mayoría practica el Theravada Buddism, y tratan de cultivar su “kamma” o karma, por lo que tratan de enfriar las pasiones humanas y no preocuparse demasiado por el futuro. El trabajo es algo que perjudica su desarrollo espiritual. Tratan de cultivar su mente y espíritu, no su cuerpo. Por tanto, les gusta trabajar lo justo para proveerse de lo necesario, y poco más. Eso puede interpretarse como una falta de ambición, pero las cosas están cambiando rápidamente.




Por la tarde, lectura debajo del puente del río y relax. Uno se contagia de todo :)

Decidí subir al otro pueblo al día siguiente, Muang Ngoi Neua. El bote sale sobre las 11 de la mañana y cuesta 20000 kips, tardando una hora más o menos, aunque nosotros casi no llegamos. Se nos rompió el motor intentando remontar unos rápidos y estuvimos parados media hora mientras lo arreglaban. El nivel del agua está escandalosamente bajo, y en algunos tramos notas las piedras arañando el caso del bote bajo tus pies. Los últimos 4 años han sido muy secos y hay tramos en los ríos de Laos, donde no se puede usar el bote, cuando normalmente es el método que usan los locales que viven en aldeas remotas para moverse de un lado a otro. El paisaje durante la subida es muy bonito.





Muang Ngoi Neua es precioso, aunque hay demasiadas gueshouses!! Escogí una por 30000 kips, muy barato, pero me cambié al día siguiente para buscar otra con vistas al río y más tranquila. El dueño de la nueva era un chaval joven, y a través de él pude comprar una tarjeta para el móvil, porque lo había intentado antes pero muy poca gente de Laos habla inglés y es muy difícil negociar algo. Dándome un paseo por el pueblo vi que las bombas cayeron por todos lados, y más de uno las usa para “decorar” su casa. Esta está en la entrada de un guesthouse de los supuestamente “pijos”.



Este pueblo también tiene su templo con sus monjes.



Esa noche me comí una pizza en un auténtico horno de leña. Estaba muy bien pero ¡¡no tenía queso!! Aquí el queso es un artículo de lujo. No tienen apenas leche y el poco queso que encuentras tiene un precio astronómico.

Al día siguiente me di una caminata para visitar unas cuevas y unas aldeas remotas. En una de las cuevas conocí a Mónica y Thomas. Ella de Barcelona y él polaco, pero llevan juntos 10 años. Nos caímos bien y pasamos el día juntos y planeamos para el día siguiente alquilar unas canoas por nuestra cuenta y darle a la pala para remontar el río un poco.

La cueva es perfecta para explorarla, ya que dicen que se une a otra en otro lado de la montaña, pero sin linterna mejor ni pensarlo. Por dentro corre un rio de agua muy fresquita.



Visitamos un pueblo tras una hora de caminata más, y por el camino, bonitas vistas de montañas, animales y pastos.





Al día siguiente alquilamos unos botes por 40000 kips, unos 4 euros, por todo el día, y nos fuimos a remontar el río. Baja suave la mayoría del tiempo, pero debido al poco nivel del agua en algunos puntos se forman rápidos y es jodido remontarlos con sólo una persona en el bote. Fue un paseo genial, de lo mejor que he hecho en Laos. Estar en medio del río, entre las montañas, con un silencio total sólo roto por el mismo sonido del agua y el de tu pala entrando en el agua es genial.

Hay auténticas playas en los márgenes del río e incluso en medio de él. En una nos paramos y descansamos. Este soy yo antes de seguir. Obsérvese el tamaño del bote, es enorme, y te tienes que sentar atrás del todo para poder guiar al aparato:



Más adelante nos paramos de nuevo y atamos los botes a unos árboles que crecen en medio del río, y unos búfalos que estaban por allí se acercaron para tomar posición y recordarnos que ellos estaban allí antes que nosotros. No son nada violentos y no hay que temerlos, pero por si las moscas nosotros mantuvimos las distancias. Uno de los búfalos era una cría y no llegaba al fondo en el punto más profundo, y varias veces fue arrastrada por la corriente. Fue precioso ver cómo su madre volvió atrás y, poniendo su cuerpo delante del de la cría, detenía la corriente lo suficiente como para que la cría pudiera por fin cruzar.



Lo pasamos teta, pero la cosa cansaba, así que para volver simplemente dejamos que la corriente nos arrastrara. En la vuelta tuve un incidente con unos chavales que habían puesto unos hilos para pescar, y los cabrones me tiraron piedras para que me fuera al otro lado del río. Pero en el otro lado había rápidos y ni de coña de meto yo allí sin saber cómo controlar el bote bien, así que se jodieron y les espanté la pesca.

La excursión privada por el río fue de lo mejorcito, y se lo recomiendo a todo el mundo. Es fácil controlar el bote y no hay que temer los rápidos, si se usa la cabeza y se va por el camino correcto. Además, los tours pagados son carísimos, unos precios 3 veces superiores a los de Nuang Nam Tha por ejemplo.




Tras comer, me uní a la fiesta en la guesthouse. Estaban celebrando que habían terminado de instalar los baños adosados a cada bungalow, así que vino familia de los pueblos de cerca para inaugurar oficialmente el gran momento. Estaban bebiendo lao-lao, el whiskye de Laos, desde las 9 de la mañana y la mayoría tenía un pedo muy gracioso. Me invitaron a comer, a beber y a bailar, y por la noche yo también estaba morao.



Al día siguiente me fui a Luang Praband en bote. Primero uno a Nang Khiew, y otro por 100000 a Luang Prabang, por el río, en un viaje de 6 horas. Está bien porque aunque es algo aburrido, el paisaje es precioso. Se ven pescadores, búfalos y cerdos bañándose, aldeas, etc.. Vimos unos elefantes!! Estaban ayudando a mover unos troncos, llevados por sus cuidadores. Creo que no quedan elefantes en estado salvaje en Laos. Incluso había buscadores de oro!! Estaban como en el antiguo Oeste americano, removiendo unas cestas buscando pepitas entre las rocas del río.

Y aquí estoy, en Luang Prabang, ciudad patrimonio de la humanidad. Y es muy bonita. Unos días y bajo a Vientiae, aunque seguramente haré alguna parada antes.

abrazos!!!