sábado, 14 de noviembre de 2009

Hong Kong

Esto está lleno chinos. Al final nos quedamos en Hong Kong dos días, hasta el 16 por la noche, que salimos para Bangkok. Hemos estado mirando posibilidades, pero hemos tenido que soltar 100€ y pagarnos el billete como todo el mundo por airasia. Es una de esas compañías low-cost, pero si lo compras con 2 días de antelación, pues no es tan barato... Una putada, pero ya que tenemos que pagar el billete, decidimos quedarnos en chinolandia 2 días y así recorrer la ciudad un poquillo. He escrito al hostal de Bangkok para que sepan que nos retrasamos un día y no nos anulen la reserva, que ya está pagada.

Hong Kong está bien, es súper moderna. Al llegar nos cogimos un bus del aeropuerto al centro, a 200 metros del hostal. Muy simpáticas las azafatas que nos dijeron el número de bus que coger y dónde bajarnos.

Por el camino, muy chulo, era un bus de dos pisos, así que nos subimos arriba y a sacar fotillos. El día estaba nublado y no había mucha visibilidad, pero se vislumbraban colinas típicas de china, que suben hacia arriba de golpe, creando acantilados y lugares de escalada. De hecho, he visto bastantes cursos y grupos de escalada en la ciudad. Por desgracia se nos sentó detrás un encuestador, y nos dio la brasa durante 15 minutos, así que me perdí el puerto, que es el más grande que ha visto mi compi de viaje en su vida...

Aquí unas fotos de la llegada y de la ciudad.






Aquí el primer chiste de chinos: Sabes cómo se dice en chino que te has empachao? "minchao"








Mira que son exageraos los chinos para construir. Desde aquí parecen poca cosa, pero contad el número de pisos...








De camino al hostal nos asaltaron decenas de indios queriéndonos vender ropa, cámaras de fotos, habitaciones de hostal, etc... Los chinos no hacen eso, no vi a ninguno que lo hiciera. Sin embargo los indios no se cortan un pelo, y te dan la brasa durante 50 metros pese a que les dices que “no” a todo...son incansables y acabas un poco hasta el gorro de no poderte ni parar a mirar un escaparate porque tienes al indio de turno encima sin dejarte tranquilo ni un momento. De todas maneras en cuanto comprobé lo caro que es Hong Kong, como España más o menos, no me paré en demasiadas veces.

Subimos a la habitación, que se encuentra en un edificio bastante viejo, cuyo bajo se ha convertido en una “little india”: tiendas de móviles, electronica, ciber cafes, locutorios, puestos de comida, etc.. todo regentado por indios y cuyos clientes son el 99% indios.

El hostal era más o menos como indicaba su precio, 380 Hong Kong Dollar por 2 noches, unos 14€/dia. Muy pequeño, sin vistas, una habitación que hace las veces de ducha-servicio de 1 metro cuadrado y dos camas en otra de 3x3. El indio que la regenta es amable, y duerme en el suelo fuera de las habitaciones. No recuerdo el nombre del hostal, pero está al final de la Nathan Road, la calle principal de Kowloon. Si vas sin habitación, no tendrás problema en encontrarla, los indios se encargarán de ello...




Según llegamos, a callejear. Hong Kong tiene dos ciudades muy diferentes una de la otra. Una ciudad que se encuentra en la isla de Kowloon que es la zona de pasta, con rascacielos y tiendas pijas, donde nos quedamos nosotros. La otra es más residencial, más de trabajadores, más restaurantes caseros y tiendas más estándar.




Después de un rato de admirar inmensos neones sobre inmensos edificios, nos acercamos al muelle, porque cada noche a las 20:00 se celebra el baile de láser en el canal frente a ambas ciudades. Suena una música, clásica en nuestro caso, y los edificios de enfrente bailan a su tirmo haciendo destellar los láseres y neones que tienen en su fachada. Me gustó, pero esperaba algo más imnpactante. Es algo curioso, no espectacular, pero supongo que para gustos....porque mucha gente congregada no hacía sino lanzar exclamaciones de “ohhhhhhh” o “ahhhhhhh”. Para mí lo más espectacular fue que justo en medio del baile, pasó un enorme barco de lujo con todas las luces encendidas y haciendo sonar la pita. Fotos y un video del momento.








En esa misma avenida marítima está la versión Hongkoniana del paseo de los famosos de las Vegas. Estrellas en el suelo con nombres grabados de actores chinos. Yo sólo reconocí a Jackie Chan. Hay también estatuas de Bruce Lee, gente tocando música, algún puestecillo curioso como uno que te saca en cera un molde de tu mano, etc... Un bonito paseo para hacerlo tanto de noche como de día, con las impresionantes vista de la acera de enfrente y sus moles de acero y ormigón.

A la vuelta nos topamos con un mercado callejero enorme. Decenas de puestos vendiendo toda clase de cosas, restaurantes callejeros improvisados, etc... A los Hong Koneses les encantan los patos. Especialmente muertos y sin plumas. Los cuelgan de ganchos en la calle, asados y embadurnados de una especia de pringe para que brillen. Estuvimos tentados de comernos uno, pero desde entonces no podría mirar a un pato a la cara y son mu graciosos.

Luego fuimos a cenar. Buscamos algún local típico chino y nos pedimos 3 platos. Rubén empezó con el arroz, y yo opté por tallarines. Además pedimos una especie de sopa de arroz con jamón para compartir, pero fue un fracaso y ni la terminamos. Por supuesto, acompañado por una birrita china. Lo curioso fue que le pedí al camarero una cerveza china, y ¡¡me trae una San Miguel!! Antes mis carcajadas se disculpó diciendo que esa cerveza se fabrica en Hong Kong. Sea verdad o no, parece que donde va, triunfa.



Esa noche buscamos un sitio para tomarnos una cerveza a donde quiera que fueran los jóvenes de la ciudad, pero por más que buscamos no había manera de encontrar un bar o pub a la usanza europea. Supongo que es debido al altísimo precio del suelo. Allí lo que hacen es montar los bares en los pisos de los edificios. Entramos en uno en donde había varias salas, en los pisos 12, 13 y 14!

Uno era un Karaoke con damas de compañía, a 20€ la entrada por cabeza. Subimos a otro, con música chill-out pero estaba vacío, así que nos metimos en el tercero. Aquél sí que estaba animado, tanto que no encontramos sitio para sentarnos, y nos tomamos una “Blue Bir”, una cerveza de allí mientras veíamos jugar a los dardos a un par de grupos. Otra gente jugaba a las cartas, o charlaba en animadas mesas. No nos hacían mucho caso, Hong Kong está lleno de occidentales, muchísimos.

Luego a dormir, que después del tute de las 12h de vuelo estaba machacao. Por el camino me encontré con una cabina WIFI. Que curiosos estos chinos, no paran de trabajar ni en la calle! Supongo que está pensado más como una posibilidad laboral ante una urgencia, que para dar servicio wifi al ciudadano. Además, gratis. Se supone que entras en la cabina, abres el portatil y sólo debes poner el nombre de la red cuando tu wifi la detecte. No lo probé, y ahora creo que debí hacerlo, pero estaba cansado.

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