domingo, 22 de noviembre de 2009

Más Phi Phi

21-11-9

El sonido bajo el mar en Phi Phi es música de orquesta, como el sonido de la lluvia. Miles de peces mordisqueando las rocas hacen el coro a los más grandes, que hacen de trombones. Ahí debajo te puedes quedar tanto tiempo como te permita la respiración escuchando la música, mientras ellos tocan su interminable canción.

Hoy de verdad he sentido como si danzaran en mi honor. Habíamos ido en kayak, 40 minutos de duro remaje, hasta una playa casi desierta y había estado buceando hasta tener los dedos arrugados como pasas. Cuando estaba a punto de salir del agua, un grupo de unos peces preciosos con forma de media luna y de color blanco con un punto amarillo en la cola se acercó a mi y empezó a dar vueltas a mi alrededor. En un primer momento me asusté un poco, pero en seguida me di cuenta de que sólo sentían curiosidad. Avancé un poco y me siguieron. Entonces me detuve y disfruté del espectáculo alrededor de 2 minutos. Creo que nunca olvidaré ese momento. Estábamos ellos y yo, y su música, bailando.

La fauna aquí es curiosa. Hay pájaros de vivos colores de rama en rama por los cocoteros de las playas, ardillas en los árboles en plena ciudad de Bangkok, gusanos del tamaño de mi mano tratando de cruzar la calle sin ser machacados por alguna bicicleta asesina, y cangrejos empeñados en hacer su casa bajo la arena de tu toalla. Cuando observo la riqueza natural de estos parajes es cuando lamento profundamente ser parte de los cientos de turistas que visitan esta isla cada día. Quizás dentro de unos años los monos de la Monkey Beach sean incapaces de buscar su sustento por sí mismos sin ser alimentados por nosotros, o los cangrejos tengan que mudarse a otra isla por ser incapaces de robarle terreno al asfalto. Lugares así no deberían ser explotados sin control, que es lo que pasa aquí. Deben de haber 200 guesthouses y hoteles en esta isla. Desconozco la capacidad total de ocupación, pero cada día llegan 3 barcos cargados hasta la bandera con turistas, la misma cantidad que sale. Me decía hoy un thai que todos los días del año la playa está a tope, todo el año es temporada alta.

Por supuesto, todo tiene su doble cara. A la tremenda riqueza que genera esta isla, le contrarresta la tremenda pobreza con la que viven los lugareños. En la escapada de hoy nos fuimos a donde sólo se llega en barco o remando. Detrás de la magnífica playa y de los cocoteros hay un caminito que recorrí buscando algún secreto en la jungla, y me encontré con un barrio de chabolas al estilo Thai, suspendidos sobre el agua sobre troncos anclados al fondo. Gallinas, basura, placas de metal que hacían las veces de pareces y hojas de palmera para el techo. Un niño lloraba en la distancia mientras una mujer encendía un tronco de madera para hacer el puchero. Eso sí, bien escondido para que no haga daño a la vista de los turistas. Supongo que, como en casi todos lados de este estilo, la pasta de verdad se la llevan los grandes inversores.


1 comentario:

  1. pillate una camara de agua pa'ke no enseñes esos bailes y esa música marítima y mágica =)!!!!!

    kena

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