martes, 22 de diciembre de 2009

El barco y "la Bamba"

2-12-9 Surabaya

Después de Ende y del Kalimantan, tanto Javier como yo nos habíamos cansado de Flores. No había resultado una isla tan fascinante como esperábamos. Suele ocurrir cuando tienes grandes expectativas sobre un lugar. Sus paisajes son espectaculares con montañas imposibles y frondosa vegetación junto con sus pintorescos poblados, pero no hemos encontrado grandes playas y sus carreteras resultan una absoluta tortura. Así que decidimos trasladarnos al norte de la isla, a Maumere y desde allí él cogería un ferry a Makasar, en Sulawesi, y yo otro a Surabaya, en Java.

Al final no voy a ir a Timor ni a Papúa ni a Sulawesi, sino que paso a Java. Y es que sólo me queda un mes más de Visa, y este país es jodidamente grande. Quiero ver Surabaya, Jogjakarta con el Borobudur, posiblemente hacer algún trekking más en alguno de los muchos volcanes de la isla y finalmente pasarme por Jakarta. Luego tengo que volver a Bali pues mi vuelo a Kuala Lumpur sale desde allí....También había pensado en ir al norte de Sumatra como voluntario en ayuda humanitaria tras el último terremoto, pero no creo que me de tiempo. Cuando esté en Malasia de nuevo pensaré si renuevo el visado por dos meses más en Indonesia o me quedo por allí para luego pasar a Camboya y Laos. Vietnam casi que lo he descartado. He hablado con decenas de viajeros que han tenido una malísima experiencia en Vietnam. Es difícil disfrutar de un país si sus habitantes te hacen sentir como un dólar andante y pretenden engañarte, estafarte y robarte a cada paso que das. Es posible que yo pueda tener una experiencia diferente, pero son demasiadas las voces concordantes en este aspecto.

Pero me estoy adelantando demasiado...aún estoy en el ferry que me ha de llevar a Surabaya...

450000 rupias me costó el billete en clase “ekonomic”, la más barata, comprado en una agencia china de Maumere, unos 32€. Está bien, si tenemos en cuenta que incluye 3 comidas diarias y cama durante las 3 noches y 2 días que dura el viaje, aunque ésta sea de un tablón de madera y una fina colchoneta en un salón compartido con otras 200 personas. Por 10€ más podría haber tenido mi camarote particular, pero qué coño, esto es más divertido. Y es que una cosa que no se les puede negar a los indonesos, y es que son agradables hasta más no poder.

Llegamos a la terminal del puerto con muchísimas horas de antelación. Bueno, más bien es que tenía retraso el barco. Javier se quedó esperando el suyo, y a mi me permitieron subir al mío aunque no salía hasta la noche. Me explicaron que primero iban a alta mar, y luego volvían a puerto a subir a la gente. ¿Pero qué coño iba a hacer yo en el puerto sentado? Así que les pedí permiso para quedarme a bordo. Y así fue, nos fuimos a alta mar y estuvimos parados unas cuantas horas, tiempo que aproveché para charlar con los marineros del barco, jugar alguna partida de ajedrez y ver cómo intentaban pescar, sin mucho éxito, los calamares que se acercaban al barco.

El siguiente día a bordo pasó despacio, leyendo y jugando ajedrez, y el segundo ya fue el despelote. Yo era el único “mister” en el barco, así es como llaman a los giris, así que supongo que era una atracción más para los viajeros a bordo. Después de comer me senté en el sofá del salón comunal a leer y le pedí un cigarro a un tipo que estaba por allí. Él no tenía, pero se acercó a una gente que me lo ofreció y me invitó a sentarme con ellos. Tenían una botella de “arak”, un licor ya bien conocido por el menda. Y claro, que beba el giri. Y que vuelva a beber. Y un poco más... Aunque tras cada lingotazo les decía que ya no quería más, ellos me ofrecían otra vez 1 minuto más tarde. “No gracias, makasi”, y al minuto siguiente vuelta a ofrecer. Así que queriendo o sin querer, es difícil no pillarse la melopea cuando estas entre indonesios que están bebiendo. Al final el “giri” acabó bailando y cantando “la bamba” en el escenario del barco y siendo grabado por decenas de móviles. Me lo pasé de puta madre, y es que esta gente es cariñosa, amable y cordial como no he visto otra. Te hacen sentir como uno de ellos, y aunque te miran con curiosidad, te tocan, te invitan a comida y bebida sin parar, los niños juegan contigo, etc... todo ello en un tono muy cariñoso y que en ningún momento te hace sentir mal.

Aquí unas fotos de los momentos cumbre:



En Surabaya estoy siendo hospedado por Erwan, a través de la web de couchsurfing, un indonesio que ha estudiado en USA y que tiene una pedazo de chabola impresionante. Llegue a Surabaya a manos de un precioso amanecer. Es la segunda ciudad mas grande de Indonesia, asi que espero trafico caotico, ruido, polucion y fiesta!


Supongo que me quedaré aquí 2 noches, y luego veré qué hago.

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